domingo, 19 de abril de 2015

Por cuestiones de honor Por cuestiones de honor

19/Abril/2015
Confabulario
Eduardo Antonio Parra

Aunque el honor –tal como se entendiera siglos atrás– en apariencia hace mucho tiempo dejó de regir las conductas del mundo occidental, desplazado por la ética contemporánea, más comprensiva, más liberal en cuestiones sexuales femeninas y, sobre todo, más entregada a la sensiblería, no se podría decir que ha sido arrumbado para siempre al arcón de lo obsoleto. Cada día, al abrir las páginas de la nota roja, nos encontramos con noticias sobre hombres que cometen hechos de sangre orillados por lo que en otra época se habría llamado la defensa de su honor, pero que en la actualidad se conoce como ira incontrolada, celotipia o inseguridad masculina. Así, sin que importen mucho las palabras con que se le designa, la naturaleza del machismo permanece entre nosotros casi inalterada, inmune a los intentos por domesticarla, aunque ausente del discurso dominante de los impulsores de la nueva axiología. Y es alrededor de un caso de nota roja, donde el honor masculino es “reparado” por medio de un crimen, que Gabriel García Márquez arma su breve Crónica de una muerte anunciada.

¿Una novela sobre el honor, como si leyéramos cualquier tragedia calderoniana? Tal vez si la obra fuera de otra pluma estaríamos seguros de que se trata de un texto conservador teñido de nostalgia y, por lo mismo, abrumado ante los nuevos usos y costumbres. Pero como el autor es el máximo exponente de la corriente conocida como realismo mágico, no podemos sino concluir que su intención es mostrar, como ya lo hizo el Carpentier de Los pasos perdidos, que en ciertas regiones de América Latina el tiempo corre a distinta velocidad que en el resto del mundo y las diferentes etapas de la humanidad se han empastelado en un mazacote donde resulta imposible distinguirlas.

Si bien es cierto que las prácticas de un machismo antiguo no faltaban en las obras anteriores de este escritor, nunca antes una cuestión de honor había sido el detonante de todas las acciones del relato, modificando la existencia de un pueblo entero. Narrador de extracción periodística, García Márquez ha registrado en varias de sus historias las intervenciones ajenas o los sucesos capaces de desviar el devenir de una comunidad. Así ocurre, por ejemplo, en los cuentos “Un señor muy viejo con unas alas enormes” o “El ahogado más hermoso del mundo”, donde la aparición repentina de seres extraordinarios dan al traste con la monotonía de sendas localidades, que jamás volverán a ser las mismas. En Crónica de una muerte anunciada también la rutina somnolienta de un pequeño poblado se ve alterada de pronto con la llegada –la intervención– de un fuereño, Bayardo San Román, que viene envuelto en un aura mítica de riqueza y poder. Lleva tiempo recorriendo el trópico colombiano en busca de la mujer con la que habrá de casarse. Cuando ve caminar bajo el sol a Ángela Vicario, sabe que su búsqueda ha terminado. La pide en matrimonio. Ella no parece dispuesta, pero sus familiares, que son pobres, la orillan a aceptar “aquel premio del destino”. La suntuosa fiesta nupcial es todo un acontecimiento, pero la noche de bodas el fuereño devuelve a la mujer a casa de sus padres porque “no era virgen”. El honor ha sido fracturado y debe repararse. Los hermanos de la muchacha, los gemelos Pedro y Pablo, la obligan a confesar quién la deshonró. Ella desliza un nombre: Santiago Nassar. Los gemelos, entonces, salen a lavar su honor, y matan al culpable –el suceso– ante los ojos de medio pueblo.

Tal vez nunca antes las técnicas de la crónica periodística se adaptaron tan bien para contar una historia como aquí. Ante los hechos consumados y, por lo menos en la ficción, ya bastante conocidos, el autor inicia donde muchos otros hubieran concluido, con las palabras “El día en que lo iban a matar…”, para enseguida reconstruir la personalidad de la víctima a partir de los testimonios de quienes lo conocieron. El relato se escribe en el retorno del narrador al pueblo tras muchos años de ausencia y el tiempo ha aliñado la tragedia con elementos míticos, por lo que las diferentes versiones recogidas en él adquieren el carácter de dimes y diretes legendarios. Pero al explorar vida y pensamientos de los involucrados en el homicidio, el cronista nos aparta del maniqueísmo simple para mostrarnos que en un suceso como éste todos son víctimas y victimarios. Sobre todo víctimas: el muerto, quien ve truncada su existencia en plena juventud; la novia, que queda condenada al estigma y al desamor; el novio, hundido en la soledad de su riqueza; los gemelos, que no querían matar y fueron obligados por razones de honor a convertirse en asesinos. Y todo el pueblo, que a causa de su indecisión para impedir el crimen, saldrá de él con la conciencia dañada.

Tragedia en el sentido clásico de la palabra, con resonancias del Siglo de Oro español, Crónica de una muerte anunciada es una novela con vocación de eternidad. Una suerte de reverso de Fuenteovejuna, donde en vez de actuar en busca de justicia un pueblo alimenta, por medio de la inacción y la indiferencia, la culpa que habrá de carcomerlo para siempre.

No hay comentarios: